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FANNY BLANKERS-KOEN, 1918-2004



Un poco de contexto.

Para ir centrando la asombrosa y precursora historia de Francina Koen sería bueno contar la de Stanisława Walasiewicz, que luego fue Stella Walsh, de la que ya hemos hablado aquí.
¿Por qué hay que contarla? Por múltiples razones, entre ellas, por razón de sexo. Aunque desde hace unas cuantas décadas, y para ser correcto, es mucho mejor decir por razón de género. Por esa razón también Francina Koen ha pasado a ser una deportista que cambió la historia. Situémonos.

En 1911, una polaca que ya había conseguido el premio Nobel de Física por haber descubierto la radiactividad, recibió el premio Nobel de Química por lograr un gramo de radio puro. Eso de que una mujer en 1911 fuese galardonada con un Nobel no era común, ni mucho menos, hoy tampoco lo es. Que fuesen las investigaciones de una mujer las que con el tiempo hayan curado tantas vidas y comunicado tantos caminos en el aire también era algo poco frecuente y menos aún que se haya contado.
Marie Curi

En 1911 precisamente, también en la Polonia de Marie Curie, en concreto en Wierzchownia, cerca de Rypin, nació otra mujer singular, Stanisława Walasiewicz. Cuando era muy pequeña, sus padres decidieron emigrar a aquellos Estados Unidos en los que se estaba fundando el primer estudio cinematográfico. Iban allí huyendo de la pobreza, y se establecieron en Cleveland, en el estado de Ohio, donde había una amplia comunidad de inmigrantes polacos. Stanisława pasó a pronto a llamarse Stella, pero no consiguió la ciudadanía estadounidense hasta 1947. 
Era una mujer muy fuerte, y enseguida destacó en atletismo, sobre todo en velocidad y lanzamientos. Con 19 años, fue campeona de EEUU en las pruebas de 100 yardas, 220 yardas y salto de longitud. Aún era polaca, pero en 1930, atletas de otras ciudadanías residentes en el país podían participar en los campeonatos nacionales, así que fue una polaca campeona de EEUU. Ese mismo año supero los 6 metros en salto de longitud, fue la primera mujer en pasar esa barrera. En 1932 participó en los Juegos Olímpicos de los Ángeles, allí representó a Polonia, aunque se supone que los juegos olímpicos son una competición de individuos e individuas, no de países, de algún lugar hay que ser, y ella, campeona de los Estados Unidos tenía dificultades para conseguir la nacionalidad estadounidense y era polaca. En aquellos Juegos ganó los 100 metros lisos con 11'9, igualando el récord mundial de la noruega Tollien Schurman, y fue sexta en disco. Después de aquello, en Polonia la recibieron como una heroína nacional.
¿Pero a dónde quiero ir a parar con tanto detalle sobre Stanisława? Es importante que sepas que esta mujer empezó a conseguir records extraordinarios. En 1933 estableció el de 100 metros por dos veces, en 1935 fue la primera mujer que bajó de los 24 segundos en un 200, un record que duró 17 años, y en 1936, el año de los Juegos Olímpicos de Berlín se las prometía muy felices, pero…
Ella seguía representando a Polonia, y en principio era la favorita, pero en la final de 100 metros fue vencida por la jovencísima estadounidense Helen Stephens, y tuvo que conformarse con el segundo puesto. 
Helen Stephens luego pasó dos malos ratos, el primero cuando se tuvo que enfrentar a las sospechas acerca de su identidad sexual, las cosas se pusieron muy desagradables para ella, hasta el punto de que aceptó someterse a un "examen médico ocular" para demostrar que realmente era una mujer. Esto de tener que demostrar el sexo no era nuevo en el mundo del deporte, pero siempre resulta áspero, por un lado porque despierta una absurda inquietud en la opinión pública y por otro porque deja a la deportista en un lugar de difícil reintegro. El otro mal rato se lo hizo pasar un ser llamado Adolf Hitler, que la invitó a subir al palco y, según ella contó años después, le tiró los tejos sin disimulo, Helen tuvo que hacer gala de su velocidad de reacción también en el terreno de escaquearse de citas con presidentes nazis. Tras los juegos, se pasó al baloncesto, incluso fundó un equipo de baloncesto femenino en el año 52. Era otra precursora.
Stanislava Walasievicz
Pero estábamos hablando de Stanislawa Walasiewicz. Vamos a situarnos ahora en su última gran competición internacional, los Campeonatos de Europa de 1938, allí ganó  los 100 y los 200 metros, además de ser segunda en salto de longitud y en relevos 4×100 metros.
En aquellas dos carreras de velocidad individuales quedó en tercer lugar una jovencita de 19 años que se llamaba Francina Koen. Que va a ser la protagonista absoluta de este relato en cuanto Stanislawa de su permiso, porque esta mujer polaco-estadounidense da para más. 
Hasta los 44 años siguió compitiendo, ya a otro nivel y llamándose Stella Walsh, y además dedicó sus esfuerzos a organizar competiciones deportivas y promocionar el deporte entre los jóvenes de su comunidad. Una vida llena de deporte y de energía, que finalizó como ciudadana americana un 4 de diciembre, el de 1980.
Cuatro días antes de que un enajenado apellidado Chapman le pegase cuatro tiros en la puerta de su hotel a John Lennon, Stella estaba comprando la cena en un supermercado de Cleveland, y otros enajenados entraron con sus pistolas en el establecimiento y una bala perdida acabó con la vida tranquila de Stella. Fueron días dramáticos, y curiósamente la prensa se ocupó mucho más de lo que sucedió después que de la terrible tragedia de la muerte injusta y gratuita de una gran figura del deporte mundial. La autopsia reveló que Stanisława Walasiewicz, ahora Stella Walsh, tenía órganos genitales masculinos. Aunque no está del todo claro, parece que, como otros, era un caso de hermafroditismo masculino ¿Qué pensaría la agraviada Helen Stephens, cuarenta y dos años después, cuando se enterase del detalle? Tampoco hay que darle muchas vueltas al tema, todas las personas somos mutantes.

Seguimos con el sexo y el género a vueltas.

Hace unos años, en un evento de atletismo infantil en Londres, tuve la suerte de conocer a  Jean Pickering, algo que ya he contado aquí. Ella compitió con su nombre de soltera, Jean Desforges, en los Juegos de Helsinki 52. Cuando la conocí era una apacible octogenaria que vivía de sus recuerdos y se esforzaba como voluntaria en este tipo de reuniones atléticas infantiles. Jean murió en marzo de 2013 con 84 años. 
Charlando con ella me sorprendió algo que he visto reflejado en otras personas del deporte. 
Verás, por dar algunas pinceladas, Jean fue campeona de Europa de longitud en 1954 en Berna, y también fue record Británica de esta prueba, la primera mujer británica en pasar de los 6 metros 10 centímetros, (sus 20 pies), también consiguió grandes marcas y puestos muy notables en carreras de velocidad y vallas. Pero cuando le pregunté por el mejor recuerdo de su época de atleta de élite, me contó que para ella, haber llegado a la final de 80 metros vallas (entonces las mujeres corrían esta distancia) de los Juegos Olímpicos fue lo máximo. Claro, un quinto puesto en unos Juegos es la caña, contesté, iluso de mí. No, Carlos ¡es que compartí línea de salida con Fanny Blankers-Koen! Ese es el momento más importante en la carrera deportiva de una atleta británica con campeonatos y records en su currículo: El día en que compartió línea de salida con Fanny Blankers-Koen. Da que pensar ¿verdad?
La última carrera olímpica de Fanny. Final 80m vallas, Helsinki 52
En aquellos Juegos, Fanny tenía ya 34 años, y no consiguió nada especialmente brillante,  solo consiguió llegar a la final de los 80 metros vallas, y en ella tuvo que abandonar lesionada después de pasar la segunda valla. Fue su última competición importante, pero allí dejó a un ramillete de excelentes velocistas con un recuerdo para toda la vida, su nombre en la salida junto al de la mejor atleta de todos los tiempos.
Dieciséis años antes de abandonar en la segunda valla de la carrera de Helsinki, hemos visto que Fanny había sido tercera en la última carrera importante de Stanislawa, la de los europeos del 38. Dos años antes, en los Juegos de Berlín, Fanny solo tenía 18 años y fue sexta en  salto de altura, y quinta con el equipo neerlandés de relevos 4x100.
Si tienes una idea, aunque sea remota de la historia olímpica, sabrás que en aquellos juegos el que partió la pana fue Jesse Owens, que ganó cuatro medallas de oro. Fanny, aprovechando la convivencia en la pista, entre prueba y prueba, le pidió un autógrafo con toda la timidez que una jóven de 18 años puede desarrollar, desde luego ni se le pasaba por la cabeza la idea de que 12 años después igualaría el logro de Jesse en los juegos de Londres 46. Esos doce años hasta las cuatro medallas de oro en unos Juegos están repletos de esfuerzo y entrenamiento, de vivencias y emociones, de tozudez y talento, y sobre todo, de derribar muchos muros que los prejuicios y la ignorancia llevaban levantando durante siglos.

A ello.
Me parece que ya he contado que a Fanny Blankers, al nacer la llamaron Francina Koen, pero no que nació en Baarn, que es un municipio situado en la provincia de Utrecht, de donde es el tratado de mismo nombre del que se derivó entre otras cosas que el peñón de Gibraltar fuese británico y que el mapa de Europa se empezase a parecer ligeramente al actual, Baarn está en el mero centro de los Países Bajos. Francina vino al mundo el 26 de abril de 1918. Su madre se llamaba Helena y su padre Arnoldus, algo que te puede pasar perfectamente. 
Desde pequeña pusieron a su alcance los medios para que se animase a practicar deporte, y en seguida se puso a nadar, que es una buena actividad para el desarrollo. Fanny era una muy buena nadadora, pero su profesor de natación le aconsejó dedicarse al atletismo, porque pensaba que le ofrecía más oportunidades en aquél momento y lugar. Ojo clínico.
Probó suerte en varias pruebas atléticas, desde los 800 metros al salto de altura y de longitud, hasta convencerse de que en realidad era una velocista y una vallista.

henri de baillet-Latour, presidente del COI 1925-1942
En aquel momento, la línea de pensamiento generalizada en el mundo no era en absoluto favorable a las mujeres que hacían cosas tan estrafalarias como atletismo. El mismo Presidente del Comité Olímpico Internacional, Henri de Baillet-Latour, a pesar de empezar a dar su brazo a torcer decía lindezas del tipo “Estoy cansado de ver mujeres en los equipos de atletismo, su encanto ha descendido, la principal tarea de la mujer en los Juegos debe ser colocar una ofrenda floral en la cabeza de los ganadores".
¿Y en Países Bajos? Pues más de lo mismo, el padre del periodismo deportivo de allí, Joris Van den Bergh, en su libro más conocido, las fuerzas misteriosas en el deporte, lo expresaba con estas palabras: "la mujer en los Juegos Olímpicos es como un caracol que se arrastra por la sal derramada”, un portento para las figuras literarias este Van den Bergh. Y qué decir de esa ropa que se ponían las chicas para competir, eso era un escándalo a ojos de la sociedad del momento ¡si al menos compitieran en estadios distintos de los chicos! ¿Adivinas de dónde venían esas críticas? Correcto, amigo Sancho, hemos topado.
Y en ese ambiente general aparece en esta historia la figura de un espigado atleta que había conseguido notoriedad en la prueba de triple salto a nivel mundial, pero al que una lesión irrecuperable en el talón de Aquiles le llevó a ser entrenador. Y entonces decidió, contra sus propios principios de pocos años antes, dedicar su esfuerzo al atletismo femenino neerlandés desde mediados de los años treinta. Fundó un club en Amsterdam para dar cobertura a las chicas que en aquel momento destacaban en el rey de los deportes. Y allí fue a parar Fanny por consejo de su entrenador de natación. El Club se convirtió en una referencia en Europa y posteriormente en el mundo para quienes buscaban ejemplos de diseños de entrenamientos para mujeres.
Un año después de entrar en el club, Jan Blankers, animó a Fanny a formar parte del equipo olímpico, y por eso participó en los Juegos de Berlín 1936, los de la carrera de Helen y el autógrafo de Jesse.
De aquellos juegos sacó, además de unos buenos resultados deportivos, una tremenda ilusión por participar en los siguientes Juegos Olímpicos, que iban a ser en Tokio, pero como los japoneses se las tenían tiesas con los chinos iban a ser en … qué más da.
La cosa se quedó en iban a ser, porque los juegos del 40 nunca fueron, se cambiaron por los fuegos del 40. La Segunda Guerra Mundial lo dejó todo por hacer.
Fanny y Jan en 1940
En el entreacto, como es evidente que el deporte une, y las innumerables historias de entrenador que acaba enamorándose de discípula y viceversa son relativamente frecuentes, con veintidós años y una guerra recién estallada, Fanny se casó con Jan Blankers, catorce años mayor que ella. Y se pusieron a idear la mejor manera de dedicar su esfuerzo a la vida y al atletismo amateur en aquellos tiempos convulsos.
Tres meses antes de la boda, el ejército del Tercer Reich había invadido los Países Bajos.
La Batalla de Holanda empezó el 10 de Mayo del 40, formó parte de las batallas libradas durante la Batalla de Francia, y duró una semana. El país de Fanny no tardó en capitular porque un ataque descomunal destruyó Rotterdam, y no se podía abocar a ese grado de violencia a otras grandes ciudades. Ya habían caído Dinamarca y Noruega, y la reina Guillermina I se fue a Gran Bretaña a formar un Gobierno en el exilio.
Tuvieron que pasar cinco años y doscientas cincuenta mil muertes, incluida la de Ana Frank, hasta que Los Países Bajos recuperaron su  soberanía. 
En esos cinco años Fanny y Jan pusieron los cimientos para construir su familia y su mito. En medio del caos y las turbulencias político-bélicas, Fanny consiguió mantener su existencia con relativa normalidad. Y es precisamente en esos primeros años cuando Fanny entró a formar parte de la lista de deportistas que cambiaron la historia. Y su logro no tiene que ver con ningún registro deportivo.

Madre y atleta ¿Por qué no? 
En 1941 nació su hijo Jan, y eso solía querer decir que la atleta desaparecía para dar paso a la madre a tiempo total. Pero Fanny comenzó a romper esquemas absurdamente preconcebidos. Fanny y Jan  Blankers tenían otros planes, y reanudaron el entrenamiento apenas unas semanas después del nacimiento de su hijo.
En aquel momento, el atletismo era un deporte amateur, incluso en la élite, eso limitaba el tiempo de entrenamiento al que cada cual se podía permitir. Fanny entrenaba un par de horas al día y un par de veces por semana, y en invierno el asunto se hacía más complicado aún. Lo que hacía era ir en bici, con su criatura en una cesta, y mientras entrenaba en la recta, Jan junior hacía castillos de arena en algún foso, el de longitud o el de altura, que también se hacía en foso. Parece que a algunas personas molestaba que esta madre tan popular se dedicase a entrenar, Fanny comentó en una entrevista el New York Times en 1982 que aún guardaba cartas de gente que la llamaba de todo menos bonita y que le daba lecciones de cómo debe comportarse una buena madre, ya se sabe, a casa a cuidar de la prole y no a correr por ahí con esos pantalones indecentes. En fin, cosas de aquella época, y si se me permite decirlo, cosas de esta época también, en otros paralelos y otros meridianos.
Fanny en su casa de Amsterdam en 1940
la realidad es que Fanny cumplía a la perfección con el estándar de buena madre de su tiempo y lugar, que tampoco tendría por qué, pero lo hacía. Lo único que además añadía a sus tareas domésticas el entrenamiento.
Durante el tiempo de guerra, Blankers-Koen estableció seis nuevos récords del mundo. El primero llegó en 1942, cuando volvió a competir, el 20 de septiembre igualó en Ámsterdam el récord mundial de los 80 metros vallas que tenía, desde 1939, la italiana Claudia Testoni con 11.3. Al año siguiente las cosas le irían aun mejor, batió los récords mundiales de salto de altura, llegando al 1.71 y de salto de longitud, volando 6.25, un record que duró once años. Además hizo una marca de 11.5 en los 100 metros lisos, que también era récord del mundo, lo que pasa es que esta marca no fue homologada porque la consiguió en una carrera donde también corrían hombres, si esa es o no razón suficiente para que una marca no sirva, ya es harina de otro costal ¿Y si el record lo hubiese conseguido un hombre? ¿Se habría homologado?
Y mientras Jan junior crecía como podía, y su madre batía marcas a troche y moche, llegó el invierno de 1944-1945, conocido como el Hongerwinter, el invierno del hambre. Cuando a un invierno se le pone apodo, generalmente es porque la cosa se las trae. En las grandes ciudades la escasez era lo normal, hacer deporte no era lo prioritario en aquellos momento, pero la familia Blankers Koen, que vivía en Ámsterdam consiguió atravesar el peor momento en un más que aceptable estado de salud.

Fin de la guerra, la vida continúa. 
Cuando acabó la guerra renació el deporte, Fanny, con los altibajos lógicos, nunca había dejado de entrenar. A finales del 45 había dado a luz a su hija Fanny, se ve que no se comían mucho el tarro en el apartado de nombres para descendientes, y para agosto del 46 estaban programados los primeros Campeonatos de Europa posbélicos, en Oslo. 
Ni corta ni perezosa se puso a la tarea de devolver a su cuerpo lo más rápido posible a su estado anterior al embarazo. El concurso de altura coincidía con las semifinales de los 100, y se tuvo que organizar para correr la carrera y no perder opciones en el salto, se quedó fuera de la final de los 100, y fue cuarta en altura, pero en 80 metros vallas ganó el oro y también con el equipo de relevos 4X100. No está mal para una mujer en la frontera de los treinta, madre por dos veces y que entre carrera y carrera sacaba tiempo para dar el pecho a su hija lactante.
La pregunta que se hacía en aquel momento era ¿llego al 48? ¿Llego a Londres? Entre Jan y Fanny habían tejido una sólida relación que además de evadirles de los comentarios externos les servía de impulso para conseguir lo aparentemente imposible. Y Fanny siguió entrenando
La gente decía que por su edad y por la doble maternidad sería mucho más lenta, decía que debía estar cuidando a sus hijos y dejarse de tanto ejercicio. Pero parece que a ella ese tipo de comentarios le animaban a seguir. Fanny había esperado doce años para volver a una cita olímpica, era demasiado tiempo para dejar pasar un sueño perseguido con tanto ahínco.
Un periodista escribió que era demasiado vieja para correr, que debía quedarse en casa y cuidar de sus hijos. Cuando Fanny le vio en el estadio, en Londres, se acercó a él, le señaló con el dedo y le dijo. Te voy a demostrar algo.
Londres 1948, relevos 4x100 metros
Y estos son los argumentos que arrojó Fanny detrás de su dedo a la cara de ese periodista y de toda la gente que le seguía en sus teorías fundamentalistas pero sin fundamento:
Ya estaba allí, en la pista de ceniza del mítico estadio de Wembley, que sería aún más mítico después de aquellos días. Traía consigo seis records del mundo pero sólo tenía permitido participar en cuatro pruebas, limitación que nos dejará siempre con la duda de qué hubiese sucedido si hubiera podido competir en más. En cualquier caso, su experiencia del Europeo de Oslo le vino bien y eligió las pruebas en función del calendario. Las cosas no pudieron ir mejor.
Empezó su participación en los 100 metros, llegó a la final con relativa facilidad. El 2 de agosto era el día señalado para la carrera más rápida, y llovía, Gran Bretaña tiene bien ganada su fama de ser la isla de los champiñones. Con esa lluvia y la pista embarrada, necesitó correr en 11.9 para colgarse su primer oro, la británica Dorothy Manley y la australiana Shirley Strickland, fueron segunda y tercera respectivamente. En ese momento Fanny se convirtió en la primera atleta neerlandesa en ganar un título olímpico.
La siguiente muesca estaba preparada para la carrera de los 80 metros vallas, donde su principal oponente era la británica Maureen Gardner. Fanny empezó fatal pensando que la salida había sido nula, pero al ver que todas seguían se lanzó a remontar hasta llegar a la altura de Gardner en la línea de meta. En ese momento sonó el himno británico en el estadio y Fanny pensó que había ganado Maureen, pero el himno sonaba porque entraba la familia real en el estadio. La foto finish determinó que Fanny seguía haciendo historia, ya tenía dos chapas.
El 6 de agosto se corrió la final de los 200, de nuevo llovía, ahora a manta. Y bajo el chaparrón Fanny hizo la carrera de esa distancia más asombrosa que se ha visto en unos Juegos. Nunca nadie había conseguido sacar tal diferencia a la segunda en unos 200, y nunca nadie lo ha conseguido después. Fanny voló y Audrey Williamson, la segunda, aún la está buscando. 
La prensa, con su necesidad de rebautizar al personal empezó a llamarla “el ama de casa voladora”. Originales.
La final de los relevos 4×100 metros estaba reservada para el último día de competición. El equipo de Fanny estaba llenito de velocistas de postín. El orden de la carrera fue este: Xenia Stad-de Jong, Nettie Witziers-Timmer, Gerda van der Kade-Koudijs y Fanny Blankers-Koen. El testigo le llegó a Fanny en tercera posición, detrás de Australia y Canadá, pero su zancada poderosa y su talento, trabajado durante años de guerra, hambre e intolerancia, la llevaron a atrapar a sus rivales y a llevar el testigo neerlandés a la primera posición. Resultó tremendamente emocionante ver a la atleta recién adelantada correr hacia Fanny para estrechar su mano, a pesar de que acababa de ser relegada a la segunda posición de la final olímpica. La actitud de Fanny en pista sólo creaba buenas vibraciones. Una madre de dos criaturas, ataviada con unos shorts naranjas y una estrecha camiseta blanca se había convertido en una heroína para un país que había superado años de una dureza extrema. Y había dado una lección a tanta mente retrógrada.
En los Juegos Olímpicos de Londres de 1948, medía 1,75, pesaba 63 kilos y medio, y se llevó cuatro de las nueve pruebas del programa de atletismo femenino. Aquí puedes ver su manera de hacer creer a tantas mujeres de su tiempo.



Así se convirtió Fanny Blankers-Koen en la primera mujer en ganar cuatro medallas de oro en una sola olimpiada. Se unió al selecto club formado por los atletas Alvin Kraenzlein (1900) y  Jesse Owens (1936).
Al regresar a Ámsterdam se desbordó la locura colectiva. Un carruaje tirado por caballos la paseó por las calles de la ciudad mientras la multitud la vitoreaba. Este tipo de celebración es muy poco frecuente en Países Bajos, un pueblo por naturaleza calmado. El municipio de Ámsterdam le regaló algo muy de allí: una bicicleta. Y Fanny tuvo una ocurrente frase que ha pasado a la historia: "Todo esto, por correr unos pocos metros"
Aparcada la bici y apagada la explosión Blankers-Koen, con la lección bien enseñada y muchas puertas definitivamente abiertas para mujeres con deseo de practicar deporte, llegó el momento de plantearse si los juegos del 52 eran una meta alcanzable. Y Fanny se puso a la labor.
Después de los Juegos de Londres, la llamaban de todas partes para que fuese imagen de marca de muchas cosas. Si hubiese conseguido lo mismo en nuestros días se habría forrado hasta las trancas, pero las reglas del amateurismo vigentes en el deporte en esa época eran muy estrictas, y no salió de su estatus quo.
En 1949 fue invitada a un viaje por Australia y Estados Unidos para promover el atletismo entre las mujeres.

¿Esto lo cuento o no lo cuento? Venga, va.

Un año después sucedió algo de naturaleza confusa de lo que no existen certezas y sí sospechas, y como tales hay que tomarlas. Hacía unos meses que había aparecido otra neerlandesa voladora, una atleta llamada Foekje Dillema, que había batido algunos récords de Fanny. Su aspecto propiciaba ciertas dudas y enseguida se desataron habladurías en torno al sexo real de Dillema. Y se sumó a la lista de chicas que han tenido que pasar por el disgusto de que le realizasen un test de sexualidad.  Lo raro es que los resultados del test no negaban en absoluto que Dillema fuese una mujer, y sin embargo la Federación acabó expulsándola del equipo. Algunas sospechas señalaban que Fanny y su marido Jan Blankers estaban detrás de la persecución contra Dillema. Sin embargo esto nunca fue confirmado, y resulta una actuación excesivamente alejada de la trayectoria limpia y deportiva que Fanny llevaba acumulada. Cuando Foekje murió, en 2007, la Federación se disculpó oficialmente ante su familia por la forma en que se había comportado con ella después de su prueba de sexo de 1950 y confirmó que sus registros se mantendrían en la lista de clasificaciones para siempre. ¿Suficiente? Desde luego a Dillema el daño se lo hicieron para toda su vida. No se hizo nada para restituirla. 
Precisamente en 1950 Fanny seguía en la brecha en pos de los Juegos de Helsinki, y en los campeonatos de Europa de Bruselas. Ganó los 100, los  200 y los 80 metros vallas.
En Helsinki sucedió lo que conocemos gracias a Jean Pickering y en  1953 puso fin a su carrera, aunque volvió a participar en alguna prueba posteriormente demostrando que el deporte acaba sólo cuando uno quiere. Por ejemplo, en 1955, consiguió su último título nacional al ganar en una prueba poco frecuente para ella: el lanzamiento de peso. Era su título nacional número 58.

Y la vida siguió  
y su dedicación al atletismo la llevó a entrenar al equipo neerlandés entre los europeos de Estocolmo 1958 y los Juegos Olímpicos de México 1968.
Fanny y Jopie Troost en Roma1960, Nationaal Archief Fotocollectie Anefo
En 1977 se murió Jan, y Fanny quedó muy tocada, juntos habían roto muchas barreras, juntos habían abierto autopistas hacia la tolerancia y la modernidad. Y Fanny regresó a vivir a la pequeña ciudad de Hoofddorp, cerca de La Haya.
En 1999, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) la consideró como la mejor atleta femenina del siglo XX. En Mónaco se celebró una ceremonia muy emotiva, y Blankers-Koen recibió su galardón emparejada con Carl Lewis, que fue considerado el mejor del siglo. “Cuando pienso en todas las grandes atletas de este siglo y en la gente joven que lo está haciendo tan bien, debo decir que estoy sorprendida, pero muy halagada también por este premio”, así de humilde y feliz se mostró aquél día Fanny.
Hasta muy avanzada edad practicó deporte, y se encontró bien por hacerlo, pero la enfermedad de fin de siglo la atacó al final de su vida y aquejada de Alzheimer murió el 25 de enero de 2004, dejando tras de sí uno de los más grandes ejemplos vitales que jamás una persona ha dado al mundo. 
Si piensas que algo no se puede hacer, no lo harás. Si piensas que es posible, hazlo.

25 Enero 2018
Carlos Beltrán
 


 

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