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Mostrando entradas de octubre, 2014

EL otro día en Oviedo faltaba Grete Waitz.

Nacemos, vivimos, algunas y algunos corremos, y morimos. Esto último, aparte de ser lo que más rabia me da, es algo inmutable. En Noruega, en 1953, nació Grete. Y nació con todo el equipamiento de serie más habitual, luego ella, con perseverancia, se encargó de ponerle los extras. Es decir, de correr, correr y correr. El atletismo de fondo no tiene demasiados secretos, hay un buen montón de teorías sobre entrenamiento y perfeccionamiento, también sobre alimentación y suplementos, también sobre sustancias y transfusiones… pero no tiene demasiados secretos: Correr, correr y correr. El caso de Grete Waitz tiene algunos componentes realmente interesantes que vistos con la perspectiva que da el tiempo los hace aún más llamativos. Porque en los años sesenta las mentes ilustres no tenían el atletismo de fondo entre las posibilidades femeninas, ni siquiera el padre de Grete, que veía cómo su hija   ganaba cuanto corría, las tenía todas consigo. Lo digo porque aún hoy esto es

Ininteligibilidad en el ámbito de la rapidez, (o sois ustedes idiótilas)

No me lo creo, I can´t believe it ¿En el ámbito de la rapidez? Estábamos aquí, viendo cómo se desmembraba la cabeza o núcleo duro, y aún les quedaba recámara. Han tardado mucho en el ámbito de la lentitud en dar boleto (boletus edulis) al maestro de los dineros, el master and commander de los economists patrios. Tanto han tardado que corre el riesgo de llegar allí donde habita el olvido. O no. Y ha pasado como cuando un gobierno declara ininteligible a un almirante, según descripción de Cortazar en su vuelta al día en 80 mundos. El resto de almirantes ha comenzado a llamarse por teléfono... Y mensaje para acá y mensaje para allá y aguanta Luis y aguanta Rodri y aguanta marea que somos un bastión. Entre llamada y llamada dentro del nucleo se va aclarando qué podría ser eso de la ininteligibilidad del almirante y van cerrando el cerco. Si fuese tan fácil como mandarle a la cárcel con Luis y Jaume, pues no se hable más, pero es que no es tan fácil. La agresión tiene pinta de efecto

¿Por qué nadamos a crol?

Me preguntaron ayer en la piscina que por qué nadamos a crol. Si, este es el tipo de conversación que puede surgir entre largo y largo. También nos preguntamos por cómo nos va la vida, por la familia... como mientras se nada no se puede hablar en el momento en que paras, te sale solo. De habernos puesto a rajar sobre la historia del deporte habríamos tenido oportunidad para hacer descansos mucho más largos, pero para un par de ratos a la semana que podemos sacar para poner un poco de tono en nuestros atrofiados musculitos, he emplazado a mi compañera de calle a leer este post. Y ya que estoy, lo abro al mundo En 1912, los Juegos Olímpicos de Estocolmo estaban a la vuelta de la esquina, y los Estados Unidos necesitaban a los mejores nadadores, entre otras cosas porque los británicos venían con muchos aires, y ya se sabe el rollito que se traen desde siempre unos y otros. Además, esos Juegos daban buenas vibraciones. Suecia estaba decidida a dar un impulso al movimiento olímpico, y

"Victimamente" hablando

Ahí estábamos los ignorantes, complicándonos la existencia entre virus y trajes de astronauta. Con lo sencillo que era ponerse un chubasquero integral con ventanilla  y lavarse las manos. El tipo aquel de la corbata, médico él, se sabía lavar las manos como el mismísimo Groucho en un día en las carreras. Y nos tenían entretenidos con cintas aislantes y mangas cortas, con niveles de protección que no pilotábamos ayer, que si P3 que si P4, que si no teníamos que haber elegido susto. En fin, todo muy propio de nuestra idiosincrasia. Así que llegó el bichito al que nadie sabía doblegar, y lo trajo consigo la voluntad de vencerlo hecha persona , pero el bichito era más fuerte y ante la lucha a muerte que se tenía con  la voluntad de vencerlo hecha persona , se embutió en el traje de astronauta, para bucear por el fondo del mar,  la generosidad humana en forma de auxiliar de enfermería .  Y luego llegó el miedo y con él la lengua a pasear de la mediocridad y la mayor miseria moral que

la génesis de la maratón femenina, mitos y leyendas.

Cuando en los JJOO de Atenas del SXIX se decidió poéticamente rescatar la gesta de Filípides y probar si el hombre (léase hombre en sentido masculino estricto y no genérico) era capaz de semejante gesta, se iniciaba en el subsuelo de la historia lo que ha derivado por ejemplo en lo que va a pasar el domingo en Chicago, con Kiplagat, Dibaba, Jeptoo, Sumgong, Baysa y la compañía (ingente compañía, por cierto)  Stamata Rovithi, una joven griega que tuvo la feliz y atrevida idea de correr la misma maratón que días antes habían corrido Spiridon y su pandilla, y completó el recorrido histórico desde la llanura de Maratón hasta el Estadio Panathinaiko en 5 horas y 20 mminutos. No hay muchos más datos sobre este asunto. Sabemos que Stamata nació en Syros en 1866 y que cuando tenía 30 años, tenía además dos hijos. Por si el toque de atención de Rovithi no fuese suficiente, tenemos la historia de otra chica, ésta con el mitológico y evocador nombre de Melpómene. Melpómene se presentó com

Los outsiders nos rodean.

Y resulta que la beautiful people fuera de la ley son, eran y serán quienes van tan de "por encima" que se les olvidó que las cosas valen dinero.Tenían dinero, pero no era para sus cosas, era para Suiza o para después de la muerte. Pusieron las normas para los insiders, las personas de hábitos honestos, y a esas las miran, miraban y mirarán no por encima del hombro, por encima de la conciencia, por encima de la vida, porque tienen la certeza de que están, estaban y estarán por encima. Y las miran con lupa, con microscopio, con apetito. Ante el asco que me produce la mano grasienta de la gente que se ceba con mi dinero, quienes consiguen que a un robo se le llame apropiación indebida o financiación ilegal, propongo el cierre de grifos, que no les llegue de nuestra agua. que se les seque la boca, que sientan sed, que se vayan. Ampliaría a la de capitales la evasión de sinvergüenzas ya.