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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Hasta aquí de tanto perdón.

Perdón, perdón, perdón. Desde que el rey de Botsuana diera una larga cambiada con su losientomuchonovolveráaocurrir , se suceden peticiones de perdón de lo más variado. No nos pueden pedir más veces perdón, y oye, podría ser que cayésemos en la trampa, pero hasta aquí hemos llegado. No puede valer para todo.  No es lo mismo pedir perdón por un pisotón fortuito, por un error benigno, por un codazo, por una negligencia administrativa, porque me quedé dormido, porque no me di cuenta, porque ha sido sin querer; No es lo mismo, digo, pedir perdón por errores humanos de más o menos fondo, que hacerlo por las cosas a las que nos estamos habituando. Sale una mujer que se ha ido a la fuga cuando un policía le ha dado el alto, y pide perdón. No es lo mismo eso que si sale a pedir perdón por haber tenido en su equipo de gobierno durante años a una banda de mafiosos que llevan robando a sus votantes y no votantes millones de euros delante de sus ojos, narices y boca. No es lo

He for She, Gustav Kirby era un #doylacara

La campaña de 12meses de Mediaset, con su etiqueta #doylacara me ha hecho pensar. Pero aún más me ha hecho pensar el discurso de Emma Watson en la ONU. Nada que no tuviese pensado de antes, pero entre una cosa y otra, he recopilado pensamientos y los he podido almacenar todos juntitos en un mismo compartimento estanco en mi disco duro. Con la manía que tenemos los seres humanos de "poner cara" a los pensamientos, he decidido  aglutinar lo que creo en un grupo de personas concreto y un momento histórico: Las atletas internacionales y 1932 Empiezo 12 años antes. En 1920 Alice Milliat reunió a un equipo de fútbol de mujeres de París y recorrió con ese equipo el Reino Unido, jugando contra equipos británicos, y organizó el primer Torneo femenino de fútbol reconocido internacionalmente. Con un increible nivel de persuasión, Alice, en 1921, se convierte en la presidenta de la recién creada FSFI (Federación Internacional de Deporte Femenino) Una federación que iba a goberna

Perdóneme la arcada, milady

Éste es el invierno en el que se les vio el plumero hasta las más íntimas consecuencias. Y de golpe se han vuelto aún más cinicoliterarios, demagogintónicos y estupefacientes. Desde el otro lado de la línea de puntos les seguíamos mirando como si fuesen ectoplasmas alargados, muestras del ocaso del orbe, y en cada titular nos hacían dudar entre su miedo y su impotencia. Se  había confabulado a un tiempo el uno-cinco de Países Bajos, el repasito de la Francia de Batum, el año sabático de Ferrán Adriá, la definitivamente definitiva capitidisminución del rey de Botsuana; todo un mejunje de posos de café en el fondo del carajillo que veníamos tomándonos en los años de la anticatársis (la contrapurificación). Y ahí les han cogido, a pié cambiado, esperando el drive, la bola les busca la espalda y resultan cómicos tratando de devolver el revés. Y como cuando al vinagre le echas bicarbonato, han empezado a supurar un líquido viscoso acidobásico. Van pasando las semanas y la frase

La mismidad perdida.

No es que me agarre a los días en los que nos obligamos a recordar, pero si habitualmente me cuesta no hacerlo, hoy, con más razón me aparece el recuerdo. En los aletargados anocheceres  del invierno de los primeros noventa, mi abuelo y yo, en los largos espacios vacíos que nos dejaba el final del día, dábamos vueltas a algunos conceptos que formaban parte de su integridad, por el mero disfrute intelectual: El ser para mi, el espíritu, la entrada en sí mismo, la mismidad. Hablábamos delante de nuestros víveres, el pescado rebozado, las judías verdes, la sopa. Siempre me resultó curiosa la íntima relación intelectual entre Luis y Hegel. Mi abuelo Luis era un hombre hecho de moralidad y eticidad hasta los tuétanos, era lógico que los conceptos hegelianos le llenasen tanto. Algunos días nos poníamos a merodear alrededor del derecho, siempre desde la óptica de quien conoce que es el estudio de lo que no es, sin embargo, algo que se fundamenta en la idea de persona,  en un ente