El pasado domingo 17 de abril, en el Arena Olímpica de Río de Janeiro, un pabellón teñido de verde para la ocasión, Ana Pérez se colocó entre las 24 mejores del preolímpico. Incluso se metió en la final de suelo, en la que acabó en la decimosexta posición.
Ana Pérez By: Ana Máñez |
Y como consecuencia de este
resultado, Ana es la gimnasta que ocupará la plaza individual de la gimnasia
artística femenina española en los Juegos Olímpicos.
Tal cual. Ana Pérez va a ser olímpica.
Gimnasta olímpica.
54.199 puntos, posición decimoctava,
una caída en la barra, unas asimétricas firmes, un suelo a años luz de sus
suelos de hace apenas tres años, un salto de fe.
¿Y la suerte?
No.
“La victoria aguarda a aquel que tiene todo en orden; suerte, lo
llama la gente” Esto lo dejó dicho el director de la primera expedición que alcanzó el Polo
Sur, Roald
Amundsen,
Después del Mundial de Glasgow, cuando
el equipo de artística femenina se quedó fuera de los juegos, también se
hablaba de suerte, en ese caso mala. Lo llamamos suerte, pero la gimnasia es
una ciencia, y la ciencia
y la suerte son conceptos antagónicos.
“Un
encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual”. (Suerte, según RAE)
No sería justo incorporar aquí
la suerte como un factor de éxito o fracaso, aquí no hay nada casual ni fortuito. Tampoco las decisiones de quienes puntúan, por supuesto.
Ana no sabe realmente anticipar lo inesperado. Nadie sabe. Por eso aquí
no se trata de suerte, sino de una ingente suma de parámetros testados hermenéuticamente.
No
podemos hablar de mala suerte de Roxana Popa y Paula Vargas y buena de Ana Pérez, no. Tanto las
dos primeras como la tercera, como otras muchas mujeres en similares
condiciones, han tenido un proceso continuado, lleno de situaciones, decisiones
y oportunidades. Y las oportunidades de Ana y su preparación se juntaron el
domingo pasado. Según Voltaire eso es la suerte, pero por más que nos guste
Voltaire, sabemos que para llegar al momento y lugar en el que se funden
preparación y oportunidad no se necesita precisamente suerte.
En
otro orden de cosas, el equipo de Rumanía, como el español hace unos meses, también se ha quedado fuera de los
Juegos. Este es otro suceso del pasado domingo en el preolímpico. Tal vez el suceso más asombroso.
Rumanía
¿entiendes?
Pues no he leído a nadie que haya acudido a la mala suerte para explicarlo.
Rumanía. Hay que decirlo muchas veces para creerlo.
La
mayoría de las cosas a las que consideramos cuestión de suerte son en realidad el resultado de procesos inconscientes,
que apenas asumimos, pero que están ahí, continuamente ahí.
Ana Pérez By:Ana Máñez |
Nos parece que alguien tiene buena
suerte con su salud, y resulta generalmente que la causa es una buena dieta, y
hábitos de vida saludables.
Una gimnasta capaz de estar entre las 24
mejores de un preolímpico no tiene suerte. Está
muy lejos del promedio, eso es cierto, porque hay miles de gimnastas del mundo que no
están en esa posición, pero no podemos hablar de buena o mala suerte.
La vida es un proceso continuado.
Esto es así.
Esos últimos cuatro años con sus días y
sus noches de horas de trabajo, de madrugones, de cuidar la alimentación, el descanso. De
doblegar al cansancio y a la pereza. Habrá quien diga: vaya suerte Ana.
Esa decisión de abandonar el espacio de
confort y moverse de Sevilla a Madrid, esa fe ciega en sus entrenadoras, menuda
suerte, dirán. Eso de tener una familia que te apoya a cientos de kilómetros, una
suerte tremenda, asegurarán.
Elegida para ir al preolímpico y encima le
sale bien el suelo. La suerte, la suerte, menuda suerte.
Thomas Alba Edison realizó más
de un millar de intentos antes de conseguir una bombilla. Encontró una manera
de hacer una bombilla, cosa que está muy bien, y para completar el asunto, también
presumía de conocer mil formas de cómo no hacer una bombilla.
No es suerte. Es constancia.
Ana conoce mil maneras de cómo no hacer bien un tirón enlazado con tirón medio giro y mortal atrás en la barra de equilibrios. Por eso lo hace tan bien.
Poca gente piensa que la suerte puede ser cuestión de tener
talento, mucha gente piensa que tener talento es una suerte, algo así escribió
Jacinto Benavente. Pero tener talento no es suficiente. Existe la constancia.
Ana era inexperta, y tener la certeza de ese detalle le ha
dado razones para crecer. Ana es imperfecta, como lo somos todos, pero saberlo le
hace grande. Ana es humilde, y no se regodea en su humildad, y eso le hace irresistiblemente
especial.
Ojalá que tenga mucha constancia en Río 2016.
Ana Pérez By; Ana Máñez |
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