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La alegría de sentir que los pulmones se expanden. (8M)


Alice Milliat


Sé que hablar de los Juegos Olímpicos no es hablar de El-Deporte. Sé que incluso es hablar sólo de una pequeña parte de El-Deporte. Pero si los Juegos son lo que son, es  entre otras cosas porque han ido marcando la evolución de los tiempos. Hay una cosa que está en la Carta Olímpica que a mí me embarga y a la vez me produce sonrojo. Te hago cómplice: "Toda forma de discriminación con respecto a un país o una persona, ya sea por razones raciales, religiosas, políticas, sexo u otras es incompatible con la pertenencia al Movimiento Olímpico". Por eso Sudáfrica no estuvo en los Juegos durante su política de Apartheit. Pero ¿puede alguien decirme por qué los países que no presentaban mujeres a los Juegos por razones culturales y religiosas si estaban? 

¿En qué mundo nació Alice Milliat? En un mundo en el que una de las personas con más influencia sobre los poderosos, el barón Pierre de Coubertin decía frases como esta: " El deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto". Toma del frasco, Carrasco. 
Cuando Alice tenía dieciséis años, los Juegos Olímpicos se celebraron en su país. En París 1900 compitieron mujeres en golf y en tenis, sabemos que con la desaprobación de Coubertin y gracias a las presiones de Británicos y Norteamericanos. Por eso en 1900 se inauguró la lista de campeonas olímpicas con la tenista británica Charlotte Cooper. 

Charlotte Cooper
Charlotte "Chattie" Reinagle Cooper, que nació en Ealing, en Inglaterra en 1870. Jugaba al tenis desde muy jovencita en el Ealing Lawn Tennis Club. Había ganado Wimbledon en 1895, 96 y 98. Después de París aún consiguió otros dos, y llegó a más finales, la última con 41 años. Jugó hasta bien entrados los 50, dejó una huella imborrable en el tenis británico y se marchó hacia el Reino de los Justos en Escocia, con noventa y seis años. 

Pero volvamos a Alice Milliat que es la que corta el bacalao en esta historia.
Resulta que como deportista que practica deporte no ha pasado a la historia, aunque si se subía a una embarcación de remos partía la pana. Ahora, como deportista de despachos era un auténtico portento. ¿Sabes esos arietes con cabeza de carnero que usaban en la Edad de los Castillos para abrir la puerta en los asaltos? Pues así era Alice. Especialista en abrir puertas y cerebros. Seguro que el remo le aportó algunas pautas, ya sabes que la diferencia más evidente entre el remo y el piragüismo es que la embarcación de remo va “marcha atrás”. Si eres deportista de esta modalidad no ves hacia el sentido de la marcha, remar es, en gran medida, un acto de fe.

Otras cosas que sabemos de Alice Milliat son: que nació en Nantes, que dentro de una esmerada educación francesa había incluido los otros idiomas llave, inglés y alemán. Que se casó pronto y también enviudó pronto y sin descendencia. Que decidió no proseguir su vida formando familias y si entregando su energía para que las mujeres pudiesen practicar deporte exactamente igual que los  hombres.
Y hay una cosa que podemos intuir, a juzgar por los sucesos que vas a poder leer a partir de ahora, que Alice tenía lo que se ha venido en llamar una fuerte personalidad.

“Los discursos y los artículos son buenas armas de propaganda, incluso parece que en Francia somos expertos en este tipo de “deporte”. Pero mucha gente que hace discursos y escribe artículos debería adoptar el lema "Haz lo que digo, y no hagas lo que hago." Por eso parece apropiado hablar, y a la palabra, agregar la acción. Esto es lo que hacen en nuestra sociedad las mujeres atléticas que acuden todos los años a dar el ejemplo en las zonas donde la educación física para las mujeres es poco o nada conocida. Creo que en nuestra sociedad no hay federaciones que den este ejemplo a las mujeres que lo necesitan.”

Milliat no entendía que las mujeres apenas tuvieran acceso al mayor escaparate mundial del deporte, los Juegos Olímpicos, en un mundo en el que estaban demostrando iguales capacidades. 
La primera Guerra Mundial llevó a los hombres al frente y a las mujeres a demostrar que podían sacar adelante los trabajos que hasta unos días antes hacían los tipos que andaban entretenidos en batallas y balazos. Y como ella no lo entendía y no se conformaba, decidió iniciar un movimiento que luego se llamó intencionadamente el sufragismo deportivo. 

Alice empezó ordenando su casa, y en el tercer lustro del XX fundó el Club “Fémina sport” de París para que las pioneras del deporte de la ciudad tuviesen techo donde cobijarse.
Tuvo tal aceptación que uniéndose a otras sociedades deportivas femeninas del país, fundó también la FFSF (Federación Deportiva Femenina de Francia) en la que Milliat empezó como tesorera, siguió como secretaria general y acabó de presidenta en 1919. Hace cien años, ni más ni menos.

Deportistas del Fémina Sport
Justo ese año 1919, Nueva Zelanda, el primer país en otorgar el voto a las mujeres, reconoció, además, su derecho a ser elegidas para un cargo político. Hasta entonces a las neozelandesas se les permitía votar pero no presentarse a elecciones. El primer sufragio femenino sin restricciones se había aprobado en 1893 allí y gracias al movimiento sufragista liderado por Kate Sheppard. Una fuera de serie, y una sociedad, la neozelandesa, avanzada en el mejor sentido de la palabra.

Aprovechando que estaba en el cargo de presidenta de la Internacional del deporte femenino, y aprovechando que era como era, Alice Milliat empezó su oleaje contra el dique, y le pidió al Comité Olímpico Internacional que incluyese algunas pruebas de atletismo femenino en los juegos de Amberes. Coubertin dijo que cáscaras y que qué se han pensado estas. Lo dijo con otras palabras, pero el sentido de las mismas era ese.

Por aquellos años, Milliat solía acompañar a su marido en los viajes internacionales que hacía por trabajo, y procuraba sacarles partido haciendo contactos con otras mujeres para unirlas a su ambicioso y aparentemente descabellado plan de avance y reconocimiento de las deportistas.

29 de abril de 1920, partido de pioneras francesas
 contra el Dick, Kerr’s Ladies. En Preston,
Mas de 25,000 espectadores. Ganó Francias 2–0 

En 1920 Alice reunió a un equipo de fútbol de mujeres de París que recorrió el Reino Unido jugando contra equipos británicos, y organizó el primer Torneo femenino de fútbol reconocido internacionalmente.

Tal es su nivel de persuasión que en 1921 Alice se convierte en la presidenta de la recién creada FSFI (Federación Internacional de Deporte Femenino) Una federación que iba a gobernar a las deportistas hasta el 1936. Curiosamente la dirección de la sede de esta federación coincide con la de la casa de Alice, el número 3 de la rue de Varenne, en París. Así era la implicación de esta chica en sus proyectos.

También es verdad que para esta empresa tuvo compañía, por ejemplo la de Kinue Hitomi, una japonesa con mucho carácter que lideraba la oposición contra las tradiciones machistas del país de Jigoro Kano. Y otra hermana en la distancia de Alice fue la americana Mildred “Babe” Didriksen. 

El caso es que para 1921 ya estaba formada la federación internacional, y para darle en los bigotes al barón de Coubertin organizaron los Primeros Juegos Mundiales de la Mujer en Montecarlo, con el atletismo como protagonista, porque Alice sabía que ése era “el rey de los deportes”, independientemente de cuál sea el “deporte rey” en cada país. Y esos juegos de Montecarlo, a falta de pista de atletismo se celebraron en un campo de tiro de pichón. Llegaron representantes de cinco naciones (al menos): Gran Bretaña, Suiza, Noruega, Francia e Italia. Hay otras fuentes que incluyen a atletas de EEUU, España y Checoslovaquia. Lo de atletas de Estados Unidos tiene coherencia pues en ese país las chicas tienen competiciones desde finales del XIX en el Vassar College y entre universidades desde 1903. Que estuviese alguna española se hace dudoso, pero no lo descartéis, que españolas atletas en aquellos años había, y muy buenas. Checoslovaquía…, bueno, habría que hacer una labor de rescate más pormenorizada, igual cuando tenga algo más de tiempo me pongo a ello, y si tenéis fuentes fiables 100% no dejéis de compartir, por favor. Pero sigamos, que me enredo.

Programa del Meeting de Montecarlo

“Porque cualquiera entiende que no debemos guardar para cada cual las ventajas de las actividades deportivas saludables, se debe convertir al ejercicios al aire libre a la gente más tímida, y la gran familia de nuestra Federación debe ir en constante aumento porque su trabajo es de interés nacional, es imperecedero.”

Tras los primeros Juegos de la Mujer, Alice Milliat vuelve a la carga, y después de decir hello de nuevo a la Federación Internacional de Atletismo y al COI, y después de recibir malas contestaciones de unos y otros, se saca de la chistera Los Juegos Olímpicos de la mujer en agosto de 1922 en el Estadio Pershing, en París, para mayor ludibrio.
Esta vez se presentan siete naciones con cerca de 300 atletas, cosa que está muy bien, y con 15.000 personas en las gradas, lo que está aún mejor. Las atletas británicas ganaron 12 de 15 carreras en el programa. Y a Coubertin le empezaron a salir urticarias, metafóricamente hablando. Para más inri, el periódico deportivo “Le Sportif” tuvo la osadía de comparar a Alice Milliat con el barón Pierre Fredí. 

El impulso ya estaba dado. Los rompeolas se doblegaban. Cuatro años más tarde, en Göteborg, al que por aquí llamamos Gotemburgo, se celebraron los segundos Juegos olímpicos de la mujer, a los que acudieron atletas de diez países, y en los que aumentó también el número de  participantes y fue muy superior el de asistentes al evento. Desde el COI informaron que no podían aceptar la denominación de “olímpicos” a esos juegos "de señoras", y el adjetivo se cambia a “Internacionales”, pero la esquirla está tallada.
Por favor, emociónate fuertemente con este vídeo que ha liberado la Brithis Pathé hace cosa de tres años y en el que se puede ver a Alice Milliat dando un premio a Keitani, entre otras muchas cosas maravillosas de aquel Göteborg 1922.

"Women's Olympic Games. English girl athletes triumph in 2nd International Contest".


Así que con algo más de fuerza, va Milliat, y se coloca ante el Presidente de la IAAF (la Internacional de atletismo),  J.S.Edstrom, que hasta el momento había hecho gala de una misoginia proverbial, y no le dio otra opción que decidir dar entrada al atletismo femenino en la historia de los Juegos Olímpicos en Ámsterdam 1928. Milliat pedía la inclusión en todas las pruebas atléticas, pero eso produjo la más enconada oposición entre los cerebros directivos, y se tuvo que conformar con la inclusión del atletismo femenino “como un experimento” y con solo cinco pruebas en el programa: salto de altura y lanzamiento de disco, las de campo y los 100, los 800, y los relevos 4x100 en la pista.
De esta decisión se derivaron algunas otras. Por ejemplo que las chicas británicas, el equipo más fuerte, decidieran no presentarse a lo que consideraban un insulto a su capacidad. Otro ejemplo, que Pierre de Coubertín no estuviese en la ceremonia inaugural de los Juegos, parece ser que por enfermedad, aunque no está descartado que fuese por no ver desfilar a las atletas ante sus ojos. Tal vez fuese una mezcla de las dos cosas y la enfermedad se la produjo Alice. Me encanta imaginar que fue así.

¿Y qué tal salió el "experimento"? Juzga tú.

Alice Milliat, Presidenta de la Federación de Sociedades Deportivas de Mujeres de Francia y de la Federación Internacional de Deportes de Mujeres, en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928, participa en el Jurado de Apelación de Atletismo. A la derecha, con traje gris, Sigfrid Edstrom, Presidente de la IAAF.

La primera campeona olímpica fue la norteamericana Elizabeth Robinson, que ganó los 100 metros en 12 segundos y 2 décimas. Dos décimas más que el primer campeón olímpico, Tom Burke. La altura y el disco estuvieron bien, y el relevo 4X100 resultó muy emocionante.
Y la carrera de 800 ofreció espectáculo, y un desenlace inesperado.
Se ve que no todas las atletas estaban muy adaptadas a la prueba de las dos vueltas al estadio, porque de las veinticinco participantes, alguna abandonó, otras se llegaron a parar y de las que llegaron a meta, alguna lo hacía extenuada y se caía al suelo pidiendo asistencia. La vencedora fue la alemana Lina Radke Batschauer, que hizo un tiempo algo por encima de los 2 minutos y 16 segundos. 

Así lo ha contado recientemente en un hilo de twitter Daniel Justribó. merece mucho la pena leerlo y verlo. 


Esta carrera se lo puso a huevo a Coubertin y sus muchachos, y enseguida empezaron a pedir la eliminación de todas las pruebas de más de 200 metros en el atletismo femenino. Utilizaron la prensa afín, que era casi toda, para decir que lo de la final de 800 había sido inhumano, y que la mujer es frágil y que no puede hacer esfuerzos de esa envergadura, y todo sonaba machote a más no poder. En ningún momento Coubertin intentó correr los 800 en 2:16, para probar, digo.
El New York Times, por ejemplo, informó que 800 metros es una distancia demasiado grande para la fuerza femenina. Y aquí rescato lo que dijo años después  otra de las grandes luchadoras del deporte femenino, Marie-Thèrése Eyquem, que se lamentaba de que la prensa mundial se había centrado sólo en el incidente de los 800 para condenar sin piedad a todo el atletismo femenino, y ya de paso, a las mujeres en conjunto. Esta es de las primeras cosas que Eyquem soltaba por su boca, luego daría mucho más que hablar. Incluso llegó a escribir una de las biografías más interesantes del barón de Coubertin. Recomendable al máximo.

Pero con unas y con otras cosas en danza, lo que ocurrió es que a los cerebros cerraditos del COI se les hicieron los ojos chiribitas, y ya que el atletismo femenino se había permitido sólo como un experimento, en la reunión posterior a los Juegos de Ámsterdam, votaron su retirada del programa. Y lo hicieron, además, regodeándose en el asunto, basándose en informes médicos que aseguraban que disputar carreras de más de 200 metros de distancia provocaría en las mujeres “envejecimiento prematuro irreversible”. Así eran ellos de científicos. Aún más, aprovechando el tirón, el entonces presidente del COI, el conde Henry de Baillet-Latour, pidió la “eliminación del deporte femenino”. Precisamente de este interesante personaje, el conde de Baillet-Latour es una frase de una apertura cerebral que emociona: "Para ellas la gracia, el hogar y los hijos. Reservemos para el hombre la competición deportiva”. ¿Un poco de agua?
Alice Milliat, foto del libro 
la pasionaria du sport féminin 
de André Drevon, 
editado por Vuibert

“Y el número de intelectuales y de personas de nuestra parte es cada vez mayor, y saben que los argumentos de los tardígrados que ven el desarrollo de la educación física y el deporte femenino como un signo de depravación moral y de peligro físico y social son absurdos.  ¿Qué derecho tienen con su  supuesta "iluminación" científica a decretar, junto con muchos ignorantes "Estos ejercicios son adecuados para la mujer y estos otros son dañinos? "”

Pero como, queramos o no, las cosas que han pasado son las cosas que han pasado, la realidad es que las mujeres tardaron treinta y dos años en volver a disputar unos 800 olímpicos, fue en Roma 60.

¿Y Alice Milliat qué hizo? Porque en 1926 había dejado de ser la presidenta de la internacional femenina y estas salidas de pata de banco del COI la deberían haber dejado knockoutPor entonces, además, a ella y sus seguidoras las comparaban con las sufragistas de la época, y estaban igual de mal vistas. Pero sucedía que eran, igual que las sufragistas, valientes y decididas, y además, deportistas.

Madame Milliat insistió en lo que le había dado más éxito, y organizó los terceros Juegos Mundiales Femeninos en el enorme Estadio Letna en Praga, en lo que entonces, en 1930, era Checoslovaquia. Participaron más de doscientas deportistas de diecisiete países y más de 15.000 personas acudieron para atestiguar que fueron un éxito.
Atletas de clase mundial como Stella Walsh, del New York Central Athletic Asociación de Cleveland, compitieron en estos Juegos, y el mundo se hizo eco. Así que nuestra admirada Alice volvió a la carga, pero su voz caía en oídos sordos, pues no hay peor sordo que el que no quiere oír. Los Juegos del 32 estaban cada vez más lejos para el atletismo femenino.

Entonces sucedió algo que dio un giro inesperado a la historia.Algo de lo que ya he hablado alguna vez en este blog.
Gustav Kirby, representante de Estados Unidos en la IAAF, amenazó con retirar a todo el atletismo estadounidense de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 32, sin distinción de género, a menos que se permitiese competir a las mujeres.
El Congreso Olímpico en su reunión de Berlín de 1931 votó a favor de admitir a las mujeres. Los riesgos de envejecimiento prematuro de las damas habían dejado de ser realmente importantes, y el COI dejó clarísimo una vez más que lo suyo es una empresa.
Esta intervención tan estratégica de Kirby no sería su única importante en la historia de los Juegos Olímpicos, pero es la que mejor demuestra que no importaba el grado de arrojo que tuviesen las mujeres, ni tampoco lo extraordinariamente bien argumentadas que estaban sus peticiones, las deportistas no podían llegar muy lejos sin el apoyo y la alianza del deporte masculino. Y esto puede servir de ejemplo en otros órdenes de la vida, en otros estamentos y en otras peleas históricas que aún hay que librar. Y por esto también está resultando tan largo este camino de igualdad.

Como la atención prestada en el 32 no fue demasiado del agrado de Millait, y como ya por el 33 había más de 50.000 mujeres afiliadas a la federación francesa del deporte de las mujeres (el FFSF), siguieron dando con el mazo, y esta vez en Londres, en 1934 organizaron unos Juegos Mundiales femeninos más. Otro éxito monumental de la incansable peleona Milliat.
Fue después de estos juegos cuando la presión que se había ido construyendo sobre ella desde el flanco machista y machacón, y la proximidad de la segunda Gran Guerra hicieron que Alice Milliat considerase por finalizada su labor personal, pero aún tuvo tiempo de vivir suficiente para ver los frutos de su extraordinaria pelea.

El atletismo femenino en los juegos resultaron el escaparate que ella auguraba, y nacieron cientos de federaciones deportivas y clubes femeninos en todo el planeta, bueno, en gran parte de él. Además, los miembros del COI, empresarios al fin y al cabo, tuvieron que dar su brazo a torcer al descubrir los tremendos beneficios que daban las competiciones femeninas.
Sabemos, eso sí, que en 1936, tres años antes de morir, Coubertin dijo “el único héroe olímpico auténtico es el deportista individual, masculino y adulto”. Aunque también sabemos otras cosas.
Por ejemplo que la FSFI se disolvió en 1938, porque el atletismo femenino entró definitivamente en el programa de la IAAF y que  las pruebas femeninas poco a poco se fueron incluyendo en los Juegos Olímpicos.

Micheline Ostermeyer  JJOO de 1948

También que pasada la Segunda Guerra Mundial las mujeres francesas obtuvieron el derecho al voto y que curiosamente, la atleta más grande de Francia de aquel momento, que además de atleta era una brillantísima pianista, Micheline Ostermeyer, ganó dos medallas de oro y una medalla de bronce en los Juegos de Londres 48.

Sabemos, así mismo, que en esos juegos, la súper atleta Fanny Blankers-Koen,sorprendió al mundo porque además de correr como una flecha era madre.

Que el piragüismo femenino se incluyó en 1948; que la hípica en 1952.

Que Alice Milliat falleció en París en 1957 y que descansa en un cementerio de Nantes.

Sabemos que en gran medida gracias a ella, el voleibol femenino es olímpico desde 1964, el baloncesto desde 1976, el ciclismo desde 1984, el fútbol desde 1996; la halterofilia, el waterpolo, el pentatlón moderno…

Y que millones de mujeres han decidido practicar algún deporte y han sentido lo que Milliat supo explicar: 

“La alegría personal de sentir que los pulmones se expanden y se fortalecen, que tienen mejor flujo sanguíneo en las venas. Que sus cerebros son más capaces para el trabajo intelectual y que sus sentidos están más equilibrados”.

Hoy celebramos un 8 de marzo más, un 8 de marzo que debemos a miles y miles de mujeres que como Alice han dado su esfuerzo y sus capacidades para ponerse a la altura de la historia. Revolución y rebeldía al servicio de las mujeres, buscando conquistar los privilegios que los hombres han venido disfrutando desde hace siglos. Por eso, porque es hora de decir hasta aquí, tenemos que no olvidar y que recordar, (que son cosas diferentes), a Alice Milliat.

Carlos Beltrán.

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