Venimos de aquí
Y vamos aquí:
Tenzing Norgay había nacido en 1914, era por tanto cinco años mayor que Hillary, Ya había participado en unas cuantas expediciones al Everest, la primera en el 36, así que era un experimentado guía de montaña, llevaba diecisiete años pateando el Himalaya.
Y vamos aquí:
Everest |
Tenzing Norgay había nacido en 1914, era por tanto cinco años mayor que Hillary, Ya había participado en unas cuantas expediciones al Everest, la primera en el 36, así que era un experimentado guía de montaña, llevaba diecisiete años pateando el Himalaya.
El 27 de mayo, la expedición de Hunt inició el segundo y último asalto a
la cumbre.
La nieve y el viento no pararon hasta que la pareja de escaladores llegó
al Collado Sur, fueron dos días seguidos de ventisca. Al día siguiente, con el
apoyo de Lowe, George Alfred y Ang Nyima instalaron una tienda en
la cota 8.500, después, ese trio de apoyo descendió.
A la mañana siguiente, a Hillary la altitud le había jugado una mala
pasada, con la cabeza expuesta a ese nivel mínimo de oxígeno, el cerebro puede
olvidar algunos detalles, y descubrió que sus botas se habían congelado, las
había dejado fuera de la tienda. Se pasó dos horas devolviéndolas su estado
útil.
Con las botas en los pies y los pies calentitos (en la medida de lo
posible), empezó el intento final. Salieron con un peso extra de 14 kilos en
provisiones y material, y llegaron al paso crucial de la última parte del
ascenso, a 12 metros de altitud de la cima, el paso que ahora se conoce como el
“paso Hillary”. Edmund decidió
aprovechar una grieta formada entre la pared de roca y el hielo firme, Tenzing
le siguió, y a partir de ahí, todo fue sencillo hasta la cima. Como dijo
Hillary “unos pocos golpes más de
piolet en la nieve firme, y llegamos a la parte superior”.
Lo imposible estaba hecho. Y ya nadie podría volver a ser el primero en
pisar la cumbre del monte más alto de la tierra.
Durante los quince minutos que estuvieron en cumbre, buscaron alguna
prueba de que la famosa expedición de Mallory de 1924 hubiese llegado hasta
allí, pero no encontraron nada. “Antes
de iniciar el descenso miramos una vez más a nuestro alrededor. ¿Llegaron
Mallory e Irvine a la cima antes de morir? ¿Habría algún rastro de ellos?
Escudriñamos detenidamente el lugar, pero no vimos nada”. Tanto si George
Herbert Leigh Mallory y Andrew Irvine murieron antes de llegar a la
cima como si lo hicieron después en aquella expedición del 24, se llevaron el
secreto donde quiera que estén. Y dejaron a los muchachos del 53 todos los
honores.
Hillary y Norgay tomaron algunas fotos que atestiguasen su estancia allí,
dejaron un poco de chocolate en la nieve y un crucifijo y se despidieron de ese
sentimiento de estar en el punto más alto del planeta azul.
Norgay y Hillary |
Al verle, Hillary dijo, “bueno,
George, nos hemos quitado a ese bastardo de encima”, y como la
expresión no es muy fina, no ha pasado a la historia en exceso. No ha quedado
reflejado en ningún lugar qué dijeron cuando probaron la sopa, pero imagino que
otra expresión del estilo.
Como todo está entrelazado, no se puede considerar una casualidad que el mismo día 29, y a una hora muy parecida, Elizabeth Alexandra Mary de York se estaba convirtiendo en la reina Isabel II. Que coincidiera la coronación con la llegada de un súbdito de la corona al Everest aumentó el nivel de patriotismo del momento al grado sumo.
Isabel II, muy lejos aún de sus año horribilis,
con su proverbial buena cintura para buscar aceptación en el vulgo, preparó
inmediatamente una ceremonia en la que se nombraron Caballeros de la Orden
Británica a Edmund Hillary y a John Hunt
y se otorgó la Medalla del Imperio Británico a Tenzing Norgay. Parece
ser que al primer ministro hindú, Jawaharlal Nehru, conocido por aquí
como Pandit Nehru, no le habría hecho ninguna gracia que se nombrara caballero
a un súbdito nepalí.
Hasta aquí el contenido de la conferencia que Hillary impartió en el
colegio Rangitoto, de Auckland. Los ecos de los aplausos aún resuenan en el
salón de actos. Saber que Edmund Hillary era de los suyos había ensanchado los
horizontes de las mentes adolescentes de cuantos asistieron aquel inolvidable día a
escuchar al hombre que llegó el primero, junto con otro, allí donde nadie había podido llegar.
Y para terminar este cuento, mañana le daremos primer plano a lo que nunca se cuenta de Hillary, pero que tiene mucha, pero que mucha miga.
Y para terminar este cuento, mañana le daremos primer plano a lo que nunca se cuenta de Hillary, pero que tiene mucha, pero que mucha miga.
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