2014
Luis Aragonés.
Luis ganaba y se escondía.Metía tantos goles como Amancio, y se escondía. Ganaba ligas y copas, tiraba las faltas como Puskas, y luego se escondía.
Discreción o timidez o a saber qué. Esas cosas especiales.
Y luego se puso a entrena a su Atleti.
El 15 de marzo de 1978 viví mi primer partido en el Calderón. El Atlético de Madrid 3 - Brujas 2 de la Copa de Europa que no sirvió para pasar de ronda.
Y aquel día, aparte de unos cuantos insultos, desconocidos para mi, aprendí algo.
Al final del partido le vi saludar a los del Brujas, aplaudir a la afición y marcharse cabizbajo.
Esa imagen de buen perdedor, repleta de dignidad, completó al que para mi alucinada cabeza de colchonerito prepubescente era un inmenso ganador.
Entonces estaba en la primera fase de su metamorfosis de zapatones a sabio.
Aún recuerdo esa imagen cada vez que piso el Calderón. Y cuando paseo por la Avenida de los Melancólicos no puedo dejar de imaginarme a Luis Aragonés como uno de esos melancólicos que dan nombre a la calle.
Eso son chorradas, dirás, y seguramente tengas razón.
...Y siempre era del Atleti. |
Luego se fue al Betis, y al Barcelona, al Español, Sevilla, Oviedo, Valencia, Mallorca... Y siempre era del Atleti, y cuando ganaba, se escondía.
Poco a poco fue completando su viaje hacia la ilustración, la claridad de conceptos, el amaestramiento (de convertirse en maestro), y entonces le reconocieron como un sabio.
Para aquel viaje siempre usó los mismos zapatones, metafóricamente hablando, para no olvidar (ni perder) su origen.
Y pasadas las trancas y las barrancas, peineta, exabruptos y culo pelado, cogió a una pandilla de cuartofinalistas y los transformó en campeones.
Cogió una selección, la convirtió en equipo y agarró a ese equipo y lo convirtió en grupo.
Así.
La Eurocopa de Austria 2008 es suya.., y mientras sus jugadores toreaban al aire con banderas multicolores y plurinacionales, él, se escondía, hacía mutis por el foro.
Diría además que el mundial de Sudáfrica también lo ganó. Del Bosque, con todo su mérito, recogió la segunda cosecha de la misma siembra.
Luis Aragonés, con sus personalísimos modos de hacer, con sus rarezas y aristas, con toda su sabiduría, vive.
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